Letra: Jorge Debravo
Música: Humberto Vargas
Yo no quiero un cuchillo en manos de la patria.
Ni un cuchillo ni un rifle para nadie:
la tierra es para todos,
como el aire.
Cogería las guerras de la punta
y no dejaría una
ni una en el paisaje y abriría la tierra para todos
como si fuera el aire...
Me gustaría tener manos enormes,
violentas y salvajes
para arrancar fronteras una a una
y dejar de frontera sólo el aire.
Que nadie tenga tierra
como se tiene traje:
que todos tengan tierra
como tienen aire.
Los malos sembradores van cayendo trazados
por la cintura en dos trozos de carne amarga,
aplastados debajo del grito de los pueblos.
De cada hueso, de cada mujer herida,
sale un cuchillo ardiendo, cortando brazos malos.
Y sobre brazos, muslos, cabezas desprendidas
va creciendo el oleaje de paz, de buena paz,
paz comprada con negras monedas de dolor,
pero paz, compañeros, paz, hermanos,
paz buena, fresca y onminiscente como un aire,
una nube de estrellas aventadas por un ángel de fuego.
Que el aire no es de nadie, nadie, nadie...
Y todos tienen su parcela de aire.
Que nadie tenga tierra
como se tiene traje:
que todos tengan tierra
como tienen aire.